Mes de Febrero 2012
Nos complace compartir con todos el Colectivo que realizamos en nuestra Institución, donde reflexionamos sobre la EDUCACIÓN QUE TENEMOS, LA EDUCACIÓN QUE ESPERAMOS Y tomamos conciencia de nuetsra VOCACIÓN DE EDUCADORES
al estilo del único Maestro: JESÚS.
Sabemos que enseñar es crear
las posibilidades y espacios para la
construcción de conocimiento colectivo y en este proceso la educación
emancipadora es una vía para la transformación social.
Ella requiere un discurso y una
práctica comprometida y en sí congruente. Reconocemos que la transformación
social está ampliamente reflejada en nuestros discursos académicos, pero no
necesariamente en nuestra práctica docente. Aunque conscientes de nuestras
limitaciones, no contamos muchas veces con las competencias necesarias para
modificar nuestras formas de actuar como educadores.
En una sociedad que va
creciendo a ritmo acelerado, imponiendo nuevos modelos y nuevas formas de
concebir la familia, en la que los padres no se ocupan de sus hijos, declinando
toda la responsabilidad de educarlos en los maestros la educación se presenta
como una herramienta que genera cambios desde el enfoque social-cultural y
político, fomentado por valores sólidos bajo miras de participación activa.
La educación que tenemos centra
su atención en la formación integral de niñas, niños y adolescentes, teniendo
como finalidad principal formar su conciencia histórica e identidad venezolana,
sus potencialidades y habilidades para el pensamiento crítico, cooperativo,
reflexivo y liberador que le permita, a través de la investigación, contribuir
a la solución de problemas en la comunidad local, regional y nacional, de
manera corresponsable y solidaria.
Al mismo tiempo esta educación
humanista considera la realidad biopsicosocial de cada estudiante a través de
proyectos educativos, a fin de que el conocimiento adquirido sirva como
herramienta para una integración activa al sistema de producción de bienes y
servicios para satisfacer las necesidades humanas, fortalecer el bien común y
la propiedad colectiva con pertinencia sociocultural, que fortalezcan la
economía social solidaria.
Pero lamentablemente podemos
percibir que aunque la propuesta educativa, en muchos aspectos es acertada, hay
un escaso afecto por las ciencias y poco entusiasmo y aprecio a las áreas de
aprendizaje.
Desde este contexto la escuela,
a partir de experiencias de aprendizaje en colectivo relacionadas con el
contexto histórico social, debe favorecer una unidad entre la teoría y la
práctica, desde una perspectiva social que permita contribuir en la formación
de una nueva visión del trabajo, entendido como elemento que dignifica a la
persona y como forma de trascender al plano social.
De esta manera, se cambiaría la
concepción del hombre y la mujer como mercancía, expresada en el consumismo y
en la necesidad de acumulación; por una concepción que parta de la
autorrealización y de la felicidad del ser humano, como expresión de
creatividad y talento.
Es por ello que esperamos una
educación de calidad que cumpla con los
objetivos de fomentar y preservar la identidad cultural y ciudadana, que
prepare a los jóvenes para afrontar exitosamente las exigencias sociales y
personales con habilidad y destrezas necesarias para un desarrollo productivo,
capaces de asumir retos con conciencia social y comprometidos con el avance del
país y en la integración dentro de un mundo globalizado; en la que se prepare y
valore eficazmente a los maestros y profesores como agentes importantes en el
cambio y desarrollo de la sociedad.
Una educación basada en la
inclusión de la familia en el proceso educativo de sus hijos. Integradora,
participativa, creativa, que forme al individuo de manera sana tanto en lo
afectivo, como en lo racional para que se pueda desarrollarse en un contexto
cultural, viviendo los valores éticos y morales, logrando un equilibrio ideal
entre el corazón y la mente.
Formar niños, jóvenes y
personas con actitud reflexiva, crítica e independiente, con elevado interés
por la actividad científica, humanista y artística; con una conciencia que les
permita comprender, confrontar y verificar su realidad por sí mismos; que
aprendan desde el entorno, para que sean cada vez más participativos,
protagónicos y corresponsables de su actuación en la escuela, familia y
comunidad.
Somos Docentes principalmente
por vocación, porque consideramos que es una llamada de Dios para realizar la
misión de transmitir, a los demás a través de nuestras palabras y acciones los
valores y conocimientos necesarios para su desarrollo integral y orientarlos en
el proceso de aprendizaje que los ayudará a tener una actitud protagónica,
participativa, creativa, crítica y reflexiva. Esto nos permite aprender también
de todos los que nos rodean. El gran llamado del Señor es enseñar a amar y a
vivir como eje central de la educación de nuestros alumnos. Por lo tanto no
quisimos dejar pasar nuestra vida sin haber aportado lo mejor de nuestra inteligencia
para modelar mentes y corazones a favor de una sociedad más humana.
Por ello, con el firme
convencimiento de que necesitamos una educación de calidad, la escuela está
llamada a transformarse, ante todo, en lugar privilegiado de formación y
promoción integral, mediante la asimilación sistemática y crítica de la
cultura, cosa que logra mediante un encuentro vivo y vital con el patrimonio
cultural. Esto supone que tal encuentro se realice en la escuela en forma de
elaboración, es decir, confrontando e insertando los valores perennes en el
contexto actual. En realidad, la cultura, para ser educativa, debe insertarse
en los problemas del tiempo en el que se desarrolla la vida del joven. De esta
manera, las distintas disciplinas han de presentar no sólo un saber por
adquirir, sino también valores por asimilar y verdades por descubrir.
Constituye una responsabilidad
estricta de la escuela, en cuanto institución educativa, poner de relieve la
dimensión ética y religiosa de la cultura, precisamente con el fin de activar
el dinamismo espiritual del sujeto y ayudarle a alcanzar la libertad ética que
presupone y perfecciona a la psicológica. Pero, no se da libertad ética sino en
la confrontación con los valores absolutos de los cuales depende el sentido y
el valor de la vida del hombre. Aun en el ámbito de la educación, se manifiesta
la tendencia a asumir la actualidad como parámetro de los valores, corriendo
así el peligro de responder a aspiraciones transitorias y superficiales, y de
perder de vista las exigencias más profundas del mundo contemporáneo. La
educación humaniza y personaliza al ser humano cuando logra que éste desarrolle
plenamente su pensamiento y su libertad, haciéndolo fructificar en hábitos de
comprensión y en iniciativas de comunión con la totalidad del orden real. De
esta manera, el ser humano humaniza su mundo, produce cultura, transforma la
sociedad y construye la historia.
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